martes, 20 de mayo de 2008

Aportaciones de los Visitantes.

Cúpula de Mocárabes del Salón de los Abecenrrajes. Alhambra de Granada. Fotografía y texo enviados por José Fonseca. El nombre de Abencerrajes perteneció a una muy importante familia de la nobleza de la época, que tenían sus viviendas en el interior de la Alhambra.
Dice la leyenda que esta familia tenía como rival político a otra llamada Zenetes, los cuales decidieron acabar con sus oponentes mediante una conspiración...
Así, inventaron una relación amorosa entre la sultana y uno de los Abencerrajes, para conseguir despertar los celos y la ira en el sultán... El sultán, cegado por la consternación, y en ocasión de una fiesta en la sala que lleva el nombre de la familia, hizo decapitar sobre su fuente a los 37 caballeros que llevaban el nombre de Abencerrajes.
Se cuenta que el color rojizo que aun hoy día se puede contemplar en la taza de la fuente, y en el canal que lleva su agua hasta la Fuente de los Leones, se debe a las manchas de la sangre de los caballeros asesinados...
Aunque en este caso es difícil discernir donde acaba la historia y donde empieza la leyenda...
Enviada por José Fonseca.

Enviada por Ana Tuya.

3 comentarios:

  1. Por la inscripcion del escudo, parece que era un lupanar, pero de categoria con este escudo...

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  2. El escudo se encuentra en Pesquera de Ebro, un puente sobre el Ebro da acceso a este pueblo, conjunto medieval, en el que abundan las fachadas de sillería y los blasonas, siendo el mas original visto el que publica la autora del blogg.

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  3. Paseábase el rey moro — por la ciudad de Granada
    desde la puerta de Elvira — hasta la de Vivarrambla.
    —¡Ay de mi Alhama!—

    Cartas le fueron venidas — que Alhama era ganada.
    Las cartas echó en el fuego — y al mensajero matara,
    —¡Ay de mi Alhama!—

    Descabalga de una mula, — y en un caballo cabalga;
    por el Zacatín arriba — subido se había al Alhambra.
    —¡Ay de mi Alhama!—

    Como en el Alhambra estuvo, — al mismo punto mandaba
    que se toquen sus trompetas, — sus añafiles de plata.
    —¡Ay de mi Alhama!—

    Y que las cajas de guerra — apriesa toquen el arma,
    porque lo oigan sus moros, — los de la vega y Granada.
    —¡Ay de mi Alhama!—

    Los moros que el son oyeron — que al sangriento Marte llama,
    uno a uno y dos a dos — juntado se ha gran batalla.
    —¡Ay de mi Alhama!—

    Allí fabló un moro viejo, — de esta manera fablara:
    —¿Para qué nos llamas, rey, — para qué es esta llamada?
    —¡Ay de mi Alhama!—

    —Habéis de saber, amigos, — una nueva desdichada:
    que cristianos de braveza — ya nos han ganado Alhama.
    —¡Ay de mi Alhama!—

    Allí fabló un alfaquí — de barba crecida y cana:
    —Bien se te emplea, buen rey, — buen rey, bien se te empleara.
    —¡Ay de mi Alhama!—

    Mataste los Bencerrajes, — que eran la flor de Granada,
    cogiste los tornadizos — de Córdoba la nombrada.
    —¡Ay de mi Alhama!—

    Por eso mereces, rey, — una pena muy doblada:
    que te pierdas tú y el reino, — y aquí se pierda Granada.
    —¡Ay de mi Alhama!—

    Anonimo

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