domingo, 21 de junio de 2009

Calle Alcalá. Madrid.

Ministerio de Educación y Ciencia. Los descubrimientos y los avances científicos que tenían como objeto de estudio los mares, como los realizados en el siglo XVIII por los célebres Jorge Juan, Vicente Tofiño de San Miguel y Antonio Ulloa, pusieron de relieve la necesidad de contar en la corte con un Depósito Hidrográfico para conservar estos conocimientos oceanográficos.A finales del reinado de Carlos III se constituyó esta institución y desde 1789 se encargo de custodiar, además de los fondos documentales de diversas expediciones marinas, el Atlas marítimo de España que habían realizado años antes geógrafos, cartógrafos, botánicos y naturalistas, bajo la supervisión científica y la dirección de Vicente Tofiño.En 1797 se reestructuró el depósito y pasó a encargarse de la realización y rectificación de cartas marinas para la navegación, sobre todo de aquellas zonas que tenían que ver con las posesiones españolas en ultramar.La importancia que fue cobrando la nueva institución y la labor que en ella se realizaba hizo que en pocos años se aconsejara su traslado a un lugar mucho más espacioso. Para suplir esta necesidad el rey Carlos IV compró unas casas en la calle de Alcalá, donde había estado establecida la Fonda de la Cruz de Malta, para reedificar en su solar la que desde entonces se denominaría sede de la Dirección Hidrográfica.En 1802 se encargó su construcción al arquitecto Manuel Martín Rodríguez, resultando un edificio de dos alturas entre medianerías, del que destaca el rigor simétrico de su fachada en perfecta coherencia con el gusto clásico. El último piso, con ventanas en la fachada en arco de medio punto, fue añadido en 1856 por el arquitecto Severiano Sainz de Lastra

















Vista de la plaza de Cibeles.



De decorado admirable, sus prestigiosas tertulias de literatos y de artistas eran famosas, así como también fue conocido por sus juergas galantes. Esquina a la calle Peligros. Esquina a Peligros estaba el convento de las Monjas de Vallecas, fundado en Vallecas donde se veneraba una Virgen de procedencia africana traida en 1553 por un cautivo desde Áfriacano, denominada Virgen de los Peligros, que dio nombre a la calle. El nombre del convento era de Nuestra Señora de la Piedad por su imagen de la Dolorosa, de monjas bernardas. Fundado en 1473, ó 1475, por Alvar Diéz de Ribadeneira, maestre sala de Enrique IV,para dejar a su hija y nietas mientras marchaba a la guerra de Granada. Primero fueron franciscas y luego bernardas de la orden del Cister. En 1522 debido a las malas condiciones de su convento en Vallecas fueron trasladas por el cardenal Siliceo al edificio situado en la calle Alcalá, esquina a las calles Peligros y Aduana; antes San Bernardo por la regla que seguía el Convento. La iglesia del nuevo convento se terminó de levantar en 1664. Ocupa su lugar el edificio del Banco Vitalicio.

Círculo de Bellas Artes. Calle de Alcalá, 42 c/v Calle del Marqués de Casa Riera, 2. Las primeras noticias de esta institución datan del año 1879, cuando una veintena de pintores, encabezados por Plácido Francés, se juntaron para formar una asociación de artistas vinculados a las bellas artes en la ciudad. La asociación, que fue creciendo en número de socios, no tuvo un sitio fijo hasta bien entrado el siglo XX, pues había estado en diferentes pisos y locales de las calles de Barquillo (1880), Madera y Libertad (1880-1894), otra vez en Barquillo (1894) y luego en Alcalá (1900). Las iniciativas y proyectos realizados por el círculo fueron acrecentando su entidad y prestigio, a lo que también contribuyó su traslado en 1914 al Palacio de la Equitativa en la calle de Alcalá, aprovechando las dependencias que había dejado libres el Casino de Madrid, que por entonces también se trasladaba a su nuevo edificio de la calle Alcalá, 15. Los aires de modernidad y cosmopolitismo que fueron impregnando los comportamientos de los madrileños durante los años veinte, abiertos a las modas y a las vanguardias artísticas, también tuvieron su exponente en los proyectos de futuro de un Círculo de Bellas Artes, que ya en 1919 convocó un concurso para la construcción de su nueva sede social, en el solar que había estado ocupado por los jardines del palacio del Marqués de Casa Riera, en la calle de Alcalá, 42. Sin embargo, ninguno de los proyectos presentados convenció al jurado, por lo que fue declarado desierto el primer premio. No obstante, esta decisión no impidió que se encomendará a uno de sus finalistas, el arquitecto Antonio Palacios Ramilo, la realización de las obras siguiendo el proyecto que había diseñado, pues aunque no se ajustaba demasiado a algunas de sus condiciones era, sin duda, el que mejor se adaptaba a las necesidades que requería la institución. La construcción de la nueva sede del círculo no era una cuestión baladí, debido a las numerosas funciones que debía de contener, de ahí que Palacios lo concibiera como un edificio multifuncional de grandes proporciones y altura, hecho este último que entroncaría con las ordenanzas municipales, lo que dificultó la concesión de la licencia municipal de obras, pese a que el edificio había sido declarado centro de protección de las Bellas Artes y entidad de utilidad pública. La construcción del edificio se realizó entre 1921 y 1926 sobre una planta rectangular sobre la que se levantan distintos volúmenes superpuestos con trazas clasicistas. Del interior destaca la escalera barroca de doble tiro que va uniendo las distintas plantas del edificio, que, a su vez, se estructuran en tres partes diferentes en atención a los usos que se les quiere dar. Así, la planta baja contiene vestíbulos, miradores y salas de exposiciones y conferencias; el entresuelo esta reservado para las funciones propias del club de socios y para zonas de recreo; la planta principal alberga los salones para las grandes fiestas, conferencias, reuniones y cuenta con un cine-teatro que se prolonga hasta el entresuelo; de los dos áticos uno esta destinado a biblioteca y el otro a sala de recreos y oficinas de la institución; le siguen dos plantas aterrazadas, la primera acoge los comedores y cocinas y la segunda exposiciones de Bellas Artes; el primer sótano se destina al ocio y el deporte, con gimnasio, sala de baile, bar, sala de baños, esgrima y hasta se dispone una pequeña sala de patinaje; por último, el subsótano queda reservado para las dependencias de mantenimiento, almacenaje y servicios generales. En cuanto a su decoración, menos ambiciosa de lo que deseaba Palacios, destacan las esculturas de Juan Cristóbal y los frescos de Zaragoza en la planta principal, las esculturas de Capuz y Adsuara en la fachada y una escultura de Palas Atenea que realizó Vassallo corona una de las cubiertas del edificio. Con posterioridad el edificio fue remodelado en varias ocasiones, siendo la última de ellas en 1995 por el arquitecto Mas-Guindal. Numerosas personalidades del arte, la cultura y la ciencia han formado parte del círculo, como por ejemplo, Julio Romero de Torres, Santiago Ramón y Cajal, Julio Camba, Rafael de Penagos, Emilio Carrere y otros tantos, y desde su nueva sede se han venido fomentando numerosos concursos, certámenes y conferencias relacionados con las letras, las artes, la música y otras actividades culturales. De entre sus tradiciones destaca el baile de máscaras que se celebra todos los años durante las fiestas de carnaval, su antigüedad se remonta al celebrado en el Teatro de la Comedia en 1891 y desde 1931 se viene repitiendo en su sede de la calle de Alcalá.

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