viernes, 18 de mayo de 2012

Trujillo, los Castro y los Altamirano.

A mediados del siglo XII la ciudad de Trujillo se convirtió en la cabeza de un señorío semi-independiente, propiedad de Fernando Rodríguezde Castro "el Castellano", miembro de la Casa de Castro.

El señorío abarcaba un territorio que se extendía entre los ríos Tajo y Guadiana, y entre otras localidades, comprendía las de Montánchez, Santa Cruz de la Sierra y Monfragüe.

En 1185 muere Fernando Rodríguez de Castro "el Castellano", pasando entonces a heredar Pedro Fernández de Castro "el Castellano" los bienes paternos, entre los que sobresalían el señorío de Trujillo, compuesto de numerosas fortalezas y localidades en la región de Extremadura, y el Infantado de León, que Fernando II de León había donado a sus padres en 1170.

Tras la muerte de su padre, Pedro Fernández de Castro se declaró vasallo de su primo Alfonso VIII de Castilla y le entregó el señorío de Trujillo, que Alfonso VIII cedió a la Orden de Santiago y a la Orden de Alcántara en 1186, junto con la mitad de sus rentas, a fin de que repoblasen y defendiesen los territorios comprendidos entre los ríos Tajo y Guadiana.

Los Altamiranos son encabezados por el héroe de la reconquista de Trujillo llamado Fernando Ruiz de Castro. Según las Crónicas Musulmanas será quien más alto mire en la partida; quién nos dice que no venga de ahí el apellido de los Altamirano, los que situaron su palacio matriz donde más alto se mira de Trujillo. 

El ALCAZAR DE ALTAMIRANO es la casa fuerte sobre la cota más destacada del recinto sur del recinto amurallado de Trujillo. Fue palacio de walís musulmanes. 

Durante el Señorío Independiente de los Castro en la segunda mitad del siglo XII fue su residencia. 

En la toma definitiva a los Almohades del 25 de Enero de 1232 un biznieto de Fernando Rodríguez de Castro y de su mismo nombre se significó en el asalto ganando para su familia la mitad del gobierno local asentándose en el viejo alcázar de sus antepasados e iniciando con su esposa Isabel Cabeza de Vaca el mayorazgo al que después su tataranieto Alfonso Fernández añadiría Altamirano.


De plata, seis roeles de azur puestos en dos palos.

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