jueves, 12 de septiembre de 2013

Iglesia de La Madeleine. París
























La Plaza de la Concordia desde La Madeleine. Rue Royale




En la confluencia de el Bulevar de Las Capuchinas  y el Bulevar de Malesherbes



















La Iglesia de la Madeleine es uno de los templos más curiosos de París gracias a su diseño más propio de los templos clásicos de la Antigua Grecia.

Los primeros intentos de construcción de la iglesia tuvieron lugar en el año 1764 pero, tras la muerte del arquitecto en 1777, su sucesor decidió destruir la obra y comenzarla de nuevo. Tras el estallido de la Revolución las obras volvieron a suspenderse mientras se debatía el futuro uso del edificio.

La parte construida fue derribada de nuevo y, bajo las órdenes de Napoleón I, otro arquitecto comenzó la construcción de un edificio basado en el diseño de un templo antiguo, en honor a la Armada Francesa.

Tras la caída de Napoleón el edificio fue designado como iglesia en honor a Santa María Magdalena, función que cumple desde 1842.

La Iglesia de la Madeleine resulta muy llamativa desde el exterior debido a su aspecto neoclásico similar al de los templos griegos. El edificio está formado por 52 columnas corintias de 20 metros de altura que le otorgan un aspecto imponente. En la fachada principal se sitúa un extenso frontón en el que se representa un altorrelieve de El Juicio Final.

El interior de la iglesia, levemente iluminado, está formado por una sola nave con tres cúpulas que no resultan visibles desde el exterior. Sobre el Altar Mayor se puede ver una escultura que representa la Asunción de la Magdalena, mientras que en la cúpula que lo recubre se encuentra un fresco sobre la historia del cristianismo.

Merece la pena prestar especial atención al órgano de tubos de la iglesia, considerado uno de los mejores de la ciudad.


La Iglesia de la Madeleine resulta espectacular, especialmente desde su exterior. El interior también es diferente al de los templos tradicionales, ya que se encuentra sumido en la penumbra y posee una escasa decoración en la que radica su belleza.

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